No hay dorado que no brille,
ni púrpura que no sangre.
La vida se mueve
entre ambos colores,
vibrante hoja donde nos escribimos
al abrir los ojos,
envueltos en la luz y el cálido zumo del vientre.
Alargando la mirada
conectamos con lo más hondo,
ese punto que nos hace infinitos.
Átomos de amor en oro adormecidos.
Vibro y mi sangre se vuelve luz.
Respiro.
Bellos los dos poemas llenos de tu sensibilidad y de imágenes sutiles y delicadas. ¡Un placer leerte!
¡Un abrazo!
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Me alegra mucho Claudia, mil gracias y otro abrazo para ti!
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Especial y profundo. La vida que se abre paso y la conexión al infinito. ¡Me encantó, Eva!
¡Un abrazo!
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Mil gracias!! Me alegra mucho que te haya gustado. Un abrazo
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Eva, me han gustado mucho estos dos recorridos de oscuridad y luz, mucho
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Muchas gracias, me hace ilusión que te hayan gustado. Son dos poemas sentidos de una forma especial… Un abrazo
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Precioso Eva. He estado liado y no lo había visto. Felicidades. Te estaba esperando
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Gracias Javier… Me alegra saberlo!!
Un abrazo y felices sueños.
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Hola ¿Nos seguimos? Un beso 😊
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¡Hostia! ¡Joder! Y también perdón, y ya de paso jajaja.
“No hay dorado que no brille,
ni púrpura que no sangre.”
“Vibro y mi sangre se vuelve luz”…
…conectas la vida, la carnalidad y los sentidos con y lo conviertes en espiritualidad. Pero qué fuerza tienes. Brutal.
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Mil gracias otra vez! Un abrazo
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Puf…chulísimo.
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Gracias, Vicente, me alegra que te guste. Un abrazo
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