Tengo todo el tiempo para tomar asiento,
pero no lo hago.
Sentarse es como dejar de estar vivo.
Prefiero morir un poco cada día
caminando lentamente.
Tengo la lengua fácil,
el pie ligero
Me alumbran soles y me alimentan sombras.
La vida huele a hojas y se agita
como un cachorro mojado.
Contemplo este banco y no me siento.
Imagino a esa otra yo adormecida
suavemente,
la piel curtida por el sol.
Sola,
la espalda contra la piedra.
Y descubro la grandeza de sentarme.
Vida
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Grande
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Muchas gracias Marina. Un saludo
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